La situación estaba caliente desde el principio. Mi mejor amiga no tenía idea de lo que pasaba entre su hermanastro y yo. Cada vez que ella salía, él y yo aprovechábamos para calentarnos a escondidas. La tensión era innegable, y un día simplemente explotó. Fue una locura, llena de adrenalina y deseo prohibido. Sabíamos que estaba mal, pero eso solo lo hacía más excitante. Los gemidos ahogados, los encuentros furtivos… una fantasía porno hecha realidad. Ahora, cada vez que los veo juntos, no puedo evitar sonreír recordando lo que hacemos cuando ella no está.