RUBIA

Mi novia y yo teníamos una relación abierta, lo que significaba que ambos teníamos la libertad de estar con otras personas. Pero a pesar de eso, ella siempre venía a buscarme cuando quería tener sexo.

Una noche, después de haber estado bebiendo juntos, ella comenzó a insinuarse, besándome y tocándome en lugares íntimos. Yo estaba más que dispuesto a complacerla, así que la llevé a mi habitación.

Allí, comencé a besarla y a tocarla, bajando por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna. Ella estaba lista para mí, y yo la saboreé como si fuera un delicioso postre.

La lamí y chupé hasta que se corrió en mi boca, gritando de placer. Luego, ella me montó y comenzó a cabalgar sobre mi polla, hasta que ambos llegamos al clímax.

Pero lo que más me gusta de ella es que no tiene nada de tabú, y siempre está dispuesta a explorar y experimentar cosas nuevas. Como aquella vez que me dejó atarla y dominarla, y luego me

La noche comenzó como cualquier otra. Habíamos salido con nuestros amigos a un bar local y estábamos disfrutando de unas bebidas y buena conversación. Pero todo cambió cuando ella apareció. Era una belleza de cabello rubio y ojos azules penetrantes. Nuestras miradas se encontraron y, poco después, estábamos hablando solos en una esquina del bar.

Ella se llamaba Sarah y, a medida que la noche avanzaba, descubrimos que tenemos muchas cosas en común. Hablamos de nuestras pasiones, nuestros miedos y nuestras experiencias más locas. Ella se reía de mis chistes y yo me perdía en su risa. Sabía que la atracción era mutua y, después de algunas copas de más, decidimos que era el momento de seguir la fiesta en mi departamento.

Una vez allí, no perdimos tiempo. Comenzamos a besarnos intensamente en el sofá, nuestras manos explorando cada centímetro de nuestros cuerpos. Me gustaba lo que sentía y